Fotografía como arte para disfrutar la naturaleza surreal del ser humano.
Nuestra naturaleza esconde misterios que sólo aspiramos a explicar apelando a lo surreal, al recurrir a aquello que rebasa nuestra capacidad de entendimiento y lógica. Entender el cuerpo humano permanece en un enigma infinito, incluso para la ciencia que no ha podido reconocer la fórmula que hace funcionar al cerebro, la cuestión inexplicable de cada proceso orgánico, la magia de estar respirando justo ahora mientras litros de sangre recorren nuestro cuerpo y las neuronas se conectan en destellos luminosos. Los estudios anatómicos podrían ser en realidad una enciclopedia de las pesadillas donde todos los tejidos son visibles, ilustraciones de la vida en su máxima expresión frente a la angustia de no comprendernos a nosotros mismos
Rodeado de naturaleza, en un pueblo a orillas de una montaña tlaxcalteca, la infancia de Angoa transcurrió despertando su interés por los protagonistas de su ecosistema; desde los organismos unicelulares, semillas, tejidos, órganos, sistemas, plantas, hongos, animales… Cada ser vivo forma parte fundamental de su trabajo, que recrea un microcosmos alterno a la cotidianidad.
“De mis abuelas y mi madre heredé el gusto por el bordado y el tejido. Mi formación de diseñador gráfico, diseñador de modas y textil hace que las piezas cobren vida con lenguajes y representaciones propias de cada área de conocimiento. Una mezcla de ilustración, bordado y tejido conviven en cada una de estas piezas”
Entre el bordado y las flores, Angoa se encuentra a sí mismo. A lo largo de su carrera, ha narrado su historia mediante voces femeninas, se presenta ante el mundo sin que su imagen aparezca entre los hilos y las líneas que dibujan su esencia más allá de su persona. Ése es el hilo conductor de “La Floresta”, su primera exposición individual.
Fuente: Cultura Colectiva