Des élections en France
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Era un 16 de abril del 2012. Varios amigos y yo tuvimos la oportunidad de viajar a
Europa gracias a un concurso en el que participaba mi escuela. Después de
quince días de competir en Inglaterra, el viaje terminaba con tres días en París.
Nosotros estábamos llenos de júbilo por haber conseguido el primer lugar, y nos
disponíamos a disfrutar de las calles de la mejor conocida ciudad de la luz. En ese momento la política me era indiferente, sin embargo, recuerdo ver mucha
propaganda referente a un proceso electoral.
Años más tarde, ya en mi época de universitario, comprendería que en ese
momento que yo paseaba por la Torre Eiffel y el Louvre, estaba en juego la primer
magistratura francesa. El en ese entonces Presidente Nicolás Sarkozy se
enfrentaba al candidato del Partido Socialista François Hollande. En la segunda
vuelta electoral, una diferencia aproximada de un millón de votos le dio la victoria
al socialista por sobre el conservador el 6 de mayo de ese año.
Cinco años han pasado y Francia se encuentra de nuevo en su máxima fiesta
democrática. Después de una primera vuelta, los resultados arrojan a la segunda
vuelta electoral al centrista Emmanuel Macron y a la exdirigente del Frente
Nacional Marine Le Pen, obteniendo el 23,75% y el 21,53% respectivamente. Así,
ambos dejan atrás a los demás candidatos, especialmente a los otros punteros
Jean Luc Mélénchon y a François Fillon. Los socialistas fueron desplazados al
quinto lugar.
Antes de empezar a analizar estos resultados y lo que se viene, es necesario que
se esclarezca que es la segunda vuelta electoral. También conocida como
ballotage, la segunda vuelta plantea que los dos candidatos con mayor votación
en la primera vuelta compitan de nuevo.
Existen varios tipos de ballotage: en el primero, pasan los candidatos más votados, y en una segunda vuelta se decide con mayoría simple quien gana; en el segundo, si ningún candidato obtiene una mayoría absoluta (más del 50 %), entonces se celebra la segunda vuelta electoral entre los dos candidatos más votados; finalmente, en el tercero la norma establece ciertos requisitos para celebrar la segunda vuelta electoral (por ejemplo en
Nicaragua se exigía tener más del 35% de los votos y una diferencia del 5%). La
finalidad de la segunda vuelta es que el candidato vencedor obtenga una amplia
legitimidad para gobernar.
En el caso francés se emplea el segundo tipo. Lo anterior se traduce en que al no
conseguir Le Pen y Macron mayoría absoluta en la primera vuelta, ambos se van a
una segunda ronda para definir quien se convertirá en el nuevo Jefe de Estado.
Esta elección resulta sorprendente porque va existir si o si una alternancia hacia
partidos no tradicionales. Desde hace casi 40 años, los conservadores y los
socialistas se han sustituido mutuamente dentro de la Presidencia francesa. En
esta ocasión, en caso de ganar Marine Le Pen la ultraderecha del Frente Nacional
llegaría al poder por primera ocasión; por otra parte, en caso de que Macron
resulte ganador, no sólo hablaríamos del Jefe de Estado más joven de Francia
desde Napoleón (fue coronado a los 35 años), hablaríamos también del primer
independiente que llega al Ejecutivo (recordemos que En Marche! no es un partido
político, sino un movimiento social).
El enfrentamiento entre el socioliberal Macron contra la ultranacionalista Le Pen es
el nuevo enfrentamiento que tiene el sistema contra el fantasma del populismo.
Tenemos dos polos: el primero representa al nacionalismo, el “afrancesar” de
nuevo a Francia con la expulsión de los migrantes, el proyecto de Francia que
aniquilaría a la Unión Europea y a las relaciones germano-francesas, la Francia de
Le Pen; el segundo proyecto representa la Francia cosmopolita, la Francia que
sabe que después de la Segunda Guerra Mundial fue la cooperación internacional
la que hizo renacer a los galos de sus cenizas como el ave fénix, la Francia que
planea quedarse en la era de la globalización y no hacer una regresión a la época
antes de la Unión Europea, la Francia de Macron.
A unos días de realizarse los nuevos comicios electorales, pareciera difícil
determinar quien será el ganador. Emmanuel Macron desde la primera vuelta
contó con el apoyo de varios socialistas, apoyo reafirmado con la derrota del
partido de Hollande y, al igual que el conservador Fillon, han pedido a sus
electores que voten por el centrista.
Le Pen por su parte ha conseguido unir a una
fracción del pueblo francés en contra de los islamistas, culpándolos de los distintos
actos terroristas en los últimos años. Cabe señalar que ambos tienen en común
que no son miembros de la élite política tradicional francesa (Macron sólo ha
ocupado cargos en la era de Hollande como asesor y como Ministro de Economía,
anteriormente era banquero de inversión en Rothschild & Cie.; si bien el padre de
Le Pen ha participado en política en el Frente Nacional, ella ha roto con él).
Todo pareciera indicar que cualquiera de los dos pudiera obtener el 50% más uno
de los votos, sin embargo, un factor puede ser determinante para la victoria de
Macron: la ideología. Macron varias veces ha dicho que se deben rebasar los
límites de la izquierda y la derecha, él se ha posicionado en el centro del espectro
ideológico; contrariamente, Le Pen se ubica en la derecha radical. Esta ubicación
puede afectar a Le Pen porque difícilmente obtendrá el voto de las izquierdas,
debiendo buscar en las derechas moderadas para acrecentar su número de votos.
Macron, entonces, juega como favorito gracias a su ubicación en el centro porque
puede buscar al electorado de izquierda y de derecha; y si recordamos que los
conservadores a través de Fillon ya pidieron a sus votantes apoyar a Macron, le
reducen los posibles votos extras a Le Pen. De esta manera, resulta más fácil que
Emmanuel Macron se convierta en el nuevo Presidente de la Cinquième
République Française.
De ser así, significaría que la gente no está en contra del sistema, está en contra
de la clase política. Macron es un hombre que representa al sistema. No propone
cambiarlo, todo lo contrario, maneja una promesa de continuidad pero a la vez de
cambio enfocada en el mantenimiento de las instituciones y el status quo pero sin
los vicios que los partidos y lo políticos tradicionales han traído al sistema político.
En simples palabras, Macron propone recomponer el sistema ya existente.
Hace cinco años la coyuntura política era distinta. Me tocó presenciar
inconscientemente una elección distinta a la que se vive en la actualidad. En cinco
años el hartazgo de la sociedad para con sus políticos ha generado que hoy en
día sean nuevas opciones las que puedan llegar al poder. Por un lado la
continuidad del sistema de la mano de un outsider, por el otro la nostalgia del
pasado que regresa bajo el fantasma del populismo. Lo que suceda en Francia el
próximo siete de mayo transformará el mundo occidental como lo conocemos. A lo
mejor, y en una de esas, me toca presenciar de nuevo el proceso electoral de
cerca. No se preocupen, ahora si pondré atención.